martes, 22 de junio de 2010

verdades relativas

A veces, oír decir lo que la gente que te importa, o al menos te importaba, piensa de ti puede doler mucho, quizá demasiado. Pero a veces es muy necesario. Tanto si lo que piensan es bueno o malo es de agradecer que te lo digan. Quizá esas palabras te hagan pensar, o quizá las dejes ir sin prestarles atención, pero eso marcará tu vida para siempre. Después de ese momento ya no habrá vuelta atrás. Hagas lo que hagas eso estará ahí para siempre. Los momentos no se borran con tipex, ni con goma de caucho. Ni si quiera con la Milán de toda la vida, que dan ahí, en tu historia, en tu memoria, y en la de ellos. Las putadas no se olvidan fácilmente. Tú lo sabes mejor que nadie. Te acuerdas de cada una de sus palabras, de sus desplantes, de las veces que te han dejado tirada, las veces que has pedido ayuda y ellas han hecho caso omiso a tus gritos de auxilio y piensas en las personas que realmente han estado ahí. Piensas que quizá el cambio esté bien, o que quizá no sea tan malo como pensabas. Ya se sabe, cuando una puerta se cierra se abre un ventanal, y quién sabe quizá sea esa la salida que necesitas para escapar de tanta mierda

No hay comentarios:

Publicar un comentario