martes, 22 de junio de 2010

Me acostumbré a tenerte lejos, a olvidar tus caricias, a despreciar tus besos, a negar tu existencia, a borrar tus sonrisas de mi mente. Me limité a engañarme a mi misma y afirmar que nunca significaste nada para mí. Traté de aguantarme las lágrimas y hacer ver que nada me importaba, a parecer fuerte. Pero sabes qué no funcionó. Tus caricias seguían sintiéndose en mi piel, tus besos seguían quemándome los labios, mi mente pedía a gritos una más de tus sonrisas cómplices, significaste mucho para mí, demasiado. Cada lágrima que rodaba por mi mejilla me abrasaba por dentro e incineraba cada una de las mariposas que revoloteaban por mi estómago. Y lo peor, cada vez que hacía ver que era fuerte me derrumbaba un poco más

No hay comentarios:

Publicar un comentario